lunes, 20 de agosto de 2007

Reforma constitucional en referendo consultivo... Vayamos más allá del SÍ/NO

Una de las cosas por las que no creo en las democracias representativas es el hecho de que el modo en el que se ejerce el voto en ese caso hace que uno -inevitablemente- apoye leyes con las que no está de acuerdo. ¿Cómo es esto? Muy simple:Foto tomada de www.resistir.info

Cuando uno se enfrenta a los procesos electorales, analiza de una manera más o menos profunda los partidos que acuden a la contienda. De sus programas electorales, el votante se fija en qué le gusta y qué no. Es muy raro que uno encuentre un partido con el que esté totalmente de acuerdo: se vota por la opción con cuyas propuestas se coincide mayoritariamente, independientemente de que en el "paquete" se incluyan propuestas a las que nos oponemos. Por ejemplo:

Supongamos que el partido A apoya diez propuestas con las que coincidimos y cinco con las que no, mientras que el partido B apoya cinco ideas que son de nuestro agrado y diez con las que no comulgamos. En este ejemplo nos inclinaríamos por la opción A, apoyando así esas políticas (diez) que nos movieron a votar por ellos, pero a la vez dando a ese partido nuestro permiso para que desarrolle programas (cinco en el ejemplo) con los que no estamos de acuerdo. ¡He ahí la trampa de la representatividad parlamentaria!

En estos sistemas, con mi voto, estoy dando mi permiso a los gobernantes para que, en mi nombre, y durante seis, cinco o los años que sean según el país, lleven adelante políticas con las que no estoy de acuerdo. Aunque sean una minoría de las medidas que lleven adelante, eso no importa: no estoy de acuerdo con ellas, y las hacen en mi nombre y con mi voto de coartada. Esto es así siempre, en todas las democracias representativas. La otra opción que le queda al ciudadano es no votar. De este modo uno queda enfrentado a una encrucijada -nada democrática- impuesta por la maniquea idea de que "no se ha inventado nada mejor": si votas, apruebas cosas con las que no estás de acuerdo; si no votas, no tienes otro modo de ejercer tu derecho a participar.

Pero el caso de Venezuela es distinto: la Constitución de 1999, aprobada en referendum consultivo, afirma que vivimos en una democracia "protagónica y participativa". Con esas premisas no sólo tenemos la posibilidad de que nuestra participación sea más presente, real: tenemos el derecho, casi la obligación, de exigir que así sea. En las elecciones generales del pasado diciembre, en la aprobación de la primera constitución, se cumple lo mismo que en los anteriores casos: al apoyar una opción u otra, fuera la que fuera, la mayoría estaba implícitamente dando luz verde a una parte de propuestas con las que no se estaba de acuerdo. Eran otros tiempos... ¿lo eran?Foto tomada de www.aporrea.org

Ahora estamos en un escenario muy distinto: la construcción de un partido unitario -teóricamente desde las bases- como lo es el PSUV, la paulatina transferencia de poder al pueblo organizado (Quinto motor, el Poder comunal) y una reforma constitucional. Una reforma, no una constituyente, lo que implica el cambio de un número -número limitado y determinado- de artículos.

Todavía no se ha hablado -por lo que yo sé- de fechas ni de cómo será el referendo consultivo. Pero intuyo que ese proceso será como el referendum revocatorio/reafirmatorio del que se cumplen ahorita tres años: una pantalla con un botón que diga SÍ y otro NO, sólo que en este caso los actores políticos intercambiarán sus opciones: oficialistas lucharán por el SÍ, oposición por el NO. Con todos mis respetos, creo que en este caso, por el carácter de lo que se va a debatir -una reforma, no una constitución totalmente nueva, ni un revocatorio- eso no sería ni protagónico, ni participativo, ni democrático en el sentido que uno espera de este proceso.

La propuesta de reforma incluye 33 artículos, que serán debatidos en las calles y en la Asamblea Nacional. Lo normal y democrático es que la gente pueda estar de acuerdo con una mayoría o una minoría de esos artículos, no siempre a favor o en contra de todos ellos de manera absoluta, y creo que ésta es una oportunidad única para hacer un referendo abierto, realmente participativo.

¿Qué tal que los votantes puedan, llegado la hora del referendo, aprobar o rechazar esos nuevos artículos de manera separada? Poder aprobar unos y al mismo tiempo rechazar otros. "Estoy de acuerdo con la reelección, pero lo de los vicepresidentes estadales me parece más burocracia", "apoyo el nuevo carácter que adquirirán las misiones sociales, pero no estoy de acuerdo con la nueva configuración territorial" o "la acepción del término 'propiedad social' cambiará al país para mejor, pero no apoyo la reelección continua" pueden ser, de hecho están siendo y serán, opiniones que podemos leer en Internet y escuchamos en las calles. Sólo han pasado 24 horas y el debate ya está que arde. ¡Bienvenido sea! Ese debate sano y abierto, que no se ve en casi ningún país del mundo menos en éste, debería verse reflejado en el proceso de votación.

Algunos alegarán que ese proceso abierto sería más complicado, más lento, más costoso, y probablemente tengan razón, pero las ventajas ganan a los inconvenientes... y por goleada: más debate, más participación, más protagonismo, explicación mucho más detallada de todos y cada uno de los artículos (puesto que todos y cada uno de ellos, individualmente, estarían en peligro de no ser aprobados), y la posibilidad de eliminar ese vicio heredado de la representatividad de que si me gustan 30 artículos y me disgustan tres, yo no tenga los mecanismos de expresarlo así con mi voto, y tenga que decir o bien "me gustan todos" o bien "no me gusta ninguno", que es al fin y al cabo lo que representa la opción SÍ/NO.Foto tomada de www.voltaire.net

Las complicaciones en el proceso de votación pueden reducirse agrupando los 33 artículos temáticamente, de modo que se votara por, digamos, cinco puntos (por ejemplo, reelección presidencial, organización territorial, nuevos conceptos de propiedad, nuevo carácter de las misiones y nombre de las fuerzas armadas). El mayor costo sería una excusa chimba: con el proceso electoral electrónico el costo es prácticamente idéntico. ¿Será más lento el momento de votar? Sin duda, pero el camino mejor es muchas veces el más difícil. Paradójicamente, tendríamos un proceso de votación más lento, pero a la vez la democracia caminaría más rápido.

Va a resultar muy difícil convencerme de que votar 'en bloque' (SÍ/NO) la aprobación o no de la propuesta completa de reforma constitucional es lo que podemos esperar y debemos exigir a una democracia como la que se construye en Venezuela.

Piénsenlo: una votación así sería más participativa, más protagónica... más democrática. Entonces... ¿por qué no?

Ésta es mi propuesta.

domingo, 19 de agosto de 2007

Mozart con pelo chicharrón.

Ah! La cultura, ese ‘’no se que’’ maravilloso e inalcanzable. Ese laberinto de sonatas, sinfonías, tocattas, fugas, allegros andantes, tenores, sopranos, trecento, quattrocento, cinquecento, manierismo, impresionismo, abstracionismo, odas, epopeyas, tragedias, elegías, acto primero, telón, arpa cuatro y maraca, golpe, polo y galerón.

Si, y Homero y Aquiles, pero Nazoa, y el viejito de la plaza que dice cosas bonitas en, voz baja, mientras alimenta a las palomas. La Gioconda en El Louvre, Las Meninas en El Prado y las flores y los peces que pintó mi gorda en mi pared y sin permiso.

Tonterías mías, esos arroces con mango que hacemos quienes no lo sabemos todo, los que escribimos por oído y bailamos a cualquier son.

Yo bailo mucho, hasta a Mozart bailo, para horror de los entendidos que no entienden que la música se siente, y que quienes sentimos mucho las cosas no podemos reprimirnos, y bailamos, aplaudimos a destiempo, lloramos a moco tendido, nos reímos…

Los entendidos no quieren que entendamos que la cultura es de todos, que todos hacemos cultura. Se inventaron una especie de Olimpo de cartón piedra al que solo pueden acceder ellos que saben y quienes paguen mucho para para aparentar sabiduría. Les aterra un Teresa Carreño con funciones populares de La Traviatta. ¡Dios mío! Hasta eso nos están quitando, Verdi se debe estar revolcando en su tumba, o no… No se si Verdi, pero seguro que Mozart si se revuelca, pero de risa.

No entienden los entendidos que las grandes obras maestras surgen de la irreverencia y del poco apego a las rígidas normas que ellos pretenden imponer. No entienden nada estos conocedores de todo, que inventan reglas para para estrangular los sentidos, y pretenden ser nuestros lazarillos ante una pintura, que lo que vemos no es lo que importa, sino lo que nos dicen que deberíamos ver, y por mucho que uno trata, no logra verlo porque no está allí...

Será que soy bruta, que Cezanne no pintó para mi, que no se dice que bonito, que se dice magistral, armonioso, profundo, nunca bonito, mujer ordinaria, nunca. Que no brinques en la silla al son de Bach, que ladees la cabeza, arquees una ceja y esboces media sonrisa enigmática sin mostrar los dientes torcidos. Que no puedes ir al concierto con franela y zapatos de goma, que desafina el cello y estornuda el primer violín.

Que no traigas a los niños que se van a fastidiar, que nos van a fastidiar, que esto es un templo, el templo de la cultura, y nosotros los sacerdotes que la preservamos de los embates de la ordinariez popular, que Otello es un blanco con la cara pintada de negro, como los bailarines de tap de las pelis de Shirley Temple, porque ¿Quién dijo que los negros saben de Opera?

Para los negros hay salsa, merengue y esas cosas que ellos oyen. El joropo que se quede en el llano, y esas flauticas andinas para los indios que viven allá y para los turistas bobos que se las llevan de souvenir.

Estos sabelotodos han creado murallas entre la gente y el arte. Entrar a una galería es exponerse a que lo miren a uno de arriba a abajo como buscando algún indicio del tamaño de tu chequera. Yo, generalmente, recibo del galerista una nariz arrugada de huele y una boca fruncida como si acabara de engullir un níspero pintón, pero entro y fastidio mirando, contaminando el ambiente exclusivo con mi plebeyez, y doy vueltas y miro y miro y muchas veces imito la expresión de quien no esconde la grima que le inspiro. Fastidio y me fastidio mirando esculturas de gordas en imposibles equilibrios, que un buen artista inventó hace mucho y otros malos copiones repiten hasta el hastío.

Entra una cliente potencial, estampada en logotipos, estirada, remendada con un delicado zurcido invisible, inflados los labios gastados, un párpado mas caído que el otro, un pestañear forzado de una piel que ya no da más. ¿Este es un Fulano de tal? -Pregunta emocionada y sin esperar respuesta narra como se compró tres de sus obras en París. El amabilísimo vendedor trata de no contradecirla, pero no es un fulano de tal, es un Perencejo Pérez, que hace lo mismo, pero fíjese en el estilo, en esa sutileza, ese pié diminuto sosteniendo semejante volumen, note usted la irreverencia y el magistral desafío a las leyes de la física, es todo un ‘’statement’’… La señora Rococó se llevó una de estas, la mas grande, la mas rotunda. ¿Fefé Rococó tiene una? Pues me llevo esta y esta y esta otra también.

Yo tuve la suerte de tener una pequeñísima galería de arte en Caracas. Fue un espacio que inventamos para vender las esculturas de mi esposo, que es un artista que casi nadie toma en cuenta porque se ríe de su propio trabajo, pero es que en verdad lo que hace da mucha risa, cosa que no les gusta a los galeristas, que no se ríen mucho para parecer personas serias.

Tuvimos la dicha de tener mucho éxito, cosa que tampoco les causó risa a estos enfurruñados conocedores. A mi galería llegaron otros artistas felices y desenfadados que no tenían que dar largas y confusas explicaciones sobre su trabajo para justificar, como suelen hacer algunos artistas verdaderos, que tres hojas de gamelote secas dentro de una inmensa caja de madera es una obra de arte conceptual que se llama ‘’Sequía’’.

Para drenar su frustración, los galeristas serios se dedicaron a explicarme muchas cosas sobre el arte, empeñados en hacerme ver que mi esposo me había engañado, que no era un artista y mucho menos talentoso, que su obra era muy fácil de descifrar, que no había que pensar y pensar durante horas buscando un significado oculto que, al parecer, solo conocen el creador y, por supuesto, el dueño de la galería: un ser superior que, gracias a sus relaciones sociales y a su capacidad de armar frases rimbombantes y sin sentido, es capaz de vender tres hojas de gamelote seco por un precio exorbitante.

Un día entró un despistado conocedor a mi galería, maravillado con tanta originalidad y desfachatez me preguntó: ¿De dónde es el artista? Venezolano. -Respondí. Ahhh, un artesano venezolano. -Me dijo arqueando una ceja. Esta muy bonito. -Dijo bonito, cuando él sabe mejor que nadie que no se dice bonito, que se dice, interesante propuesta, irónica, irreverente, cualquier cosa que suene rebuscada, pedante, superior.

El artesano y yo nos fuimos a ver el mundo y al cabo de diez años regresamos. Bastó que dijera mi gordo que había vivido en mayami y en Europa para que fuera promovido, de manera instantánea, de artesano del montón a artista genial. Si señora Rococó, estas obras, cargadas de humor e ironía, se venden en Mayami, Chicago, Boston, y en Europa. Es increíble que su autor sea tan poco conocido aquí en su tierra, que ironía ¿no?.

Y les pasaba a muchos artistas a quienes les sobra el talento y les faltan padrinos, un look cosmopolita, y la disposición de lamer zapatos caros a cambio de un espacio para exhibir su obra.

Les pasaba digo, porque algo está cambiando. Estamos rescatando ese espacio que había sido secuestrado por un puñado de personas, que se sintieron con derecho de quitarnos los que es de todos. Estamos abriendo puertas y tirando las llaves bien lejos, para que se queden abiertas, para que todos podamos entrar.

En estos días tiembla el mundo de la cultura en Venezuela, se atrincheran los conocedores en sus ateneos subvencionados por el estado, ponen el grito en el cielo porque se abren los espacios para esos pata en el suelo, que se dicen artistas y no los conoce nadie. Las cosas que tienen que soportar tan refinadas personas: el pueblo en el teatro donde, hasta no hace mucho, entraban solo ellos pagando pequeñas fortunas para ver a Luis Miguel. El pueblo escuchando a Mozart, aplaudiendo con manos callosas y percudidas, aprendiendo, disfrutando. El pueblo sobre el escenario cantando en lenguas nativas, inventando fusiones inimaginables, movimientos maravillosos, enseñándonos a conocernos, a encontrarnos, a querernos a nosotros mismos. Rescatamos nuestra autoestima y eso no les conviene a los guardianes de lo inalcanzable. Rescatamos nuestros espacios, alcanzamos, rebasamos, y eso les aterra. ¿Quien va a lamerles los pies ahora? ¿A quien le ven a restregar su superioridad en la cara?

Los entendidos están de luto porque Gustavo Dudamel, su Dudamel, dirigió a la orquesta que tocó el Himno Nacional el día que salió al aire TVes, la Televisora Venezolana Social, que reemplazó, por cierto, a un canal de descomposición social que, dirigido por los exquisitos, escupía basura al pueblo.

Si me permiten un consejo estimados señores superiores, desde mi mas profunda ignorancia y ordinariez, me atrevo a sugerirles que, si nos les gusta, desempolven sus abrigos, metan su soberbia en una maleta, y huyan a al Met de Nueva York, porque en Venezuela, Mozart ya no es un símbolo de status.

viernes, 17 de agosto de 2007

Wikipedia caza al Vaticano, la CIA y Fox News retocando sus textos

JUAN RUIZ SIERRA

MADRID

Wikipedia se ha convertido en un arma tan poderosa que hasta los más poderosos desean tocar su poder. A diferencia de otros compendios del conocimiento, como la Britannica o la Larousse, esta enciclopedia virtual puede ser escrita y editada por cualquiera. Y cualquiera significa cualquiera, desde un anónimo adolescente obsesionado con las letras del rapero Lil' Wayne hasta entidades de la talla de la CIA, el Vaticano, Fox News y el Partido Republicano de Estados Unidos.
Un dispositivo creado por un informático de 24 años acaba de sacar los colores a estas organizaciones. Todas ellas -o, al menos, algunos de sus trabajadores- han alterado de forma interesada varias entradas de la popular web, según publicó la BBC en su edición electrónica.
La lista de modificaciones es larga y en ella cabe desde lo sustancial hasta lo meramente anecdótico. Alguien que navegaba por la red mediante un ordenador de la agencia de espionaje norteamericana, por ejemplo, hizo cambios en varios contenidos sobre las políticas de seguridad en Estados Unidos y en el perfil del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. Algo comprensible, teniendo en cuenta los cometidos de la CIA. Lo que se entiende mucho menos, y dice mucho más sobre la gestión del ocio de sus empleados, es que un agente secreto dedicara su valioso tiempo a corregir las letras utilizadas en un episodio musical de la conocida serie Buffy, la cazavampiros. Preguntado por este fenómeno, un portavoz de la CIA ha declarado que no puede confirmar el jugoso dato, pero que la organización se dedica a la "vital misión de proteger Estados Unidos".

EL ESCÁNER

Todo empezó a comienzos de este año, cuando se supo que Microsoft había pagado a un informático para que alterara diversos contenidos que aludían a aspectos controvertidos de este gigante de las tecnologías. Al conocer la noticia, el estudiante californiano Virgil Griffith creó un escáner que rastrea las direcciones IP del ordenador que edita cualquier entrada en Wikipedia. Después contrastó esas referencias con una base de datos de entidades. El informático ha escrito en su web que espera "crear pequeños desastres" en la imagen de compañías y organizaciones con las que no simpatiza. Objetivo conseguido.
El instrumento de este veinteañero, por ejemplo, ha revelado que algún desconocido trabajador del Partido Republicano -el escáner conduce al ordenador desde el que se hizo la entrada, pero no a la persona responsable-, en un artículo sobre la guerra de Irak, cambió el término "fuerzas de ocupación" por el de "fuerzas de liberación", mucho más acorde con la retórica neocon.
Pero al otro lado del espectro político norteamericano, en el Partido Demócrata, también se dedican a esta extendida práctica. Desde un ordenador con una IP registrada a nombre del organismo de campaña de esta agrupación, el DCCC, se definió al tertuliano radiofónico Rush Limbaugh, de ideología conservadora, como "idiota", "racista" e "intolerante". Según este empleado demócrata, la "mayoría" de los 20 millones de oyentes de Limbaugh son "retrasados". Para un representante del partido, sin embargo, estas modificaciones no se hicieron desde uno de sus ordenadores, sino, he aquí la sutil diferencia, desde una computadora que tenía la "misma" IP que otra del DCCC.

CAMBIO CASTO

Fox News, la derechista cadena de noticias propiedad del magnate Rupert Murdoch, en cambio, no ha dicho nada sobre las alteraciones que algún o algunos empleados han llevado a cabo en los perfiles de varios de sus presentadores. El cambio de mayor calado fue en la entrada de Shepard Smith, un reportero que tuvo que soportar quejas de todo tipo después de que utilizara la palabra "mamada" -blowjob, en inglés- durante un directo. La referencia al incidente del sexo oral, en todo caso, ha vuelto a la página de la enciclopedia virtual.
Los alteraciones realizadas desde los sistemas informáticos de la Santa Sede, al igual que las de la CIA, son tanto lógicas, viniendo de quien viene -edición de los textos relativos a las vidas de algunos santos-, como sorprendentes. Tal es el caso del cambio realizado en el retrato del presidente del Sinn Féin, Gerry Adams, donde se borró cualquier rastro de su presunto vínculo con un doble asesinato cometido en 1971. La Iglesia de la Cienciología y los mormones también retocaron algunos de los artículos que señalaban asuntos polémicos de ambos cultos.
Horas después de que la BBC destapara la historia, varios usuarios de su web llamaron a la cadena británica para decirles que el escáner revelaba que desde sus ordenadores se había cambiado algún contenido de Wikipedia. Nadie está libre de culpa en el mundo de las alteraciones a la enciclopedia virtual.

viernes, 10 de agosto de 2007

Esta boca es mía

Si de hablar se trata todos tenemos boca, mas o menos pasa lo mismo con la escritura, que es como hablar con los dedos. Tenemos medios muy democráticos en donde exponer nuestras ideas, debemos utilizarlos, pero, pienso, que antes hacerlo hay que saber que no todo lo que nos pasa por la cabeza es una idea digna de ser publicada.

Hay mil razones para escribir y mil razones para pensar antes de hacerlo. En esta revolución, cuando escribimos, debemos tratar de construir con lo que decimos porque de hacer lo contrario acabaríamos pareciéndonos a los amigos de la oposición.

Opinar es un ejercicio democrático y, como tal, debemos ser responsables de las opiniones que emitimos. Si vamos a emitir un juicio el cuidado debe ser extremo, no vaya a ser que acabemos convertidos en una especie de Torquemada ¿moderno?.

No podemos hablar en nombre de la revolución en términos inquisitoriales, no podemos ir por la vida olfateando enemigos con la nariz congestionada, y entre mocos, acorralar con ladridos locos a cualquiera que nos parezca que no huele a lo que queremos que huela.

Resulta que es muy variado el pelaje de los revolucionarios, que esta revolución es nuestra, de las mamás que empujamos cochecitos, de los viejitos que que se quedan dormidos viendo Aló Presidente, de los niños que preguntan si Chávez es bueno, de los teóricos, de los luchadores ex perseguidos que ahora ven como todo no fue en vano, de los que hacen mucho y no dicen nada y de los que hablamos mucho y hacemos poco, de los que ponen el pecho, de los que ponen la cabeza, de los que ponen el lápiz, de los desde su casa alimentan a sus hijos con ideas de igualdad. De todos, de muchos es esta revolución.

Muchas veces he expresado mi preocupación por la rara competencia en la que parece que estamos: el concurso del revolucionario de oro, competencia en la que, paradójicamente, mi presi no tiene ni el mas remoto chance de ganar por no cumplir con los requisitos de vestiduras rasgadas, por no ser un perseguidor de sombras, por que no ladra a todo lo que se mueve, porque él es Chávez y no necesita demostrar a nadie que es mas chavista que si mismo.

No se cual es el trofeo que dan en ese concurso, pero creo que tiene mucho de alimento para el ego, soberbia y ganas de figurar, cosas que, al fin y al cabo, nada tienen que ver con una revolución bonita.

No se valora lo que uno escribe por la cantidad de lectores que que indica el contador que ponen abajito, al final del artículo que, amablemente, nos publican en internet. Los mejores artículos tienen pocas visitas comparados con los artículos de títulos escandalosos y contenido vacío. Títulos acusadores, amenazantes, a veces groseros, cuartillas y cuartillas que repiten los mismos comentarios sobre la misma gente, que ya sabemos quienes son y que hicieron y qué harán.

Con tanto que decir y se dice tan poco...

Yo no quiero dar lecciones de ética periodística, ya que no soy más que una mamá que escribe. Yo hablo como lectora, que se pasa la mañana pescando en un mar inmenso donde hay escasez de ideas. Donde las palabras necias generan una epidemia de oídos sordos, donde miles de letras sin sentido diluyen la importancia de lo que estamos construyendo.

Estamos inventando es una especie de prensa rosa política que, creo, que debemos denominar la prensa roja rojísima. Chismes, dimes y diretes, acusaciones sin fundamento, que le vi el ojo izquierdo a fulano y se notaba que miraba raro, que si el otro no dijo marxista leninista, que dijo socialismo indigenista, que eso no me gusta, que eso no te debe gustar, que te dije traidor, que ahora me retracto, que te lo vuelvo a decir así que cuidadito, que yo si soy un revolucionario porque mira como escribo sin miedo detrás de mi computadora y que me digan pío que voy y escribo mas.

Nuestras palabras pueden ser herramientas, armas de destrucción masiva o un mazacote de letras mudas que nos roban el tiempo y las ganas de leer. Vamos a ver que hacemos con ellas y con los espacios donde las publicamos, en favor de los lectores, de nosotros mismos y del café de mis mañanas que, últimamente, como que no me sabe muy bien.