domingo, 29 de julio de 2007

Yo pecadora...



Viernes por la noche, estaba recostada en mi sofá, fumandito, relajada, pensando en lo buenos que son algunos pecados y, sin darme cuenta, me encontré rezando una oración que me hacían repetir obligatoriamente en el colegio, sin que entendiera ni una sola palabra de las que estaba pronunciando: Yo confieso ante Dios todopoderoso, que he pecado mucho...


...si, y bien sabroso, y que pienso seguir pecando cada día de mi vida, cada vez que el cuerpo y el alma me lo permitan. Sin un ápice de culpa porque soy irredimible, porque me niego a condenar a mi alma a que descanse eternamente sentada en una nubecita, tocando un arpa chucuta que solo tiene tres cuerdas.

Así como en el cielo hay ángeles, arcángeles y un jefe de todos los jefes que no es uno sino tres, que no son más que tres en uno, Padre Hijo y Espíritu Santo, en forma de paloma este último, y que el hijo aun siendo uno aquellos tres, se sienta a la diestra de si mismo, o sea, del Padre, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén, y si no entiendes vas al infierno.

Supongo, claro, que en el cielo habrá arpas mas grandes, mas sonoras y con mas cuerdas, habrá nubes más lujosas y distinguidas, halos de papel de aluminio, bronce, plata y oro, batas blancas ‘’dry clean only’’, otras ‘’wash and wear’’ y muchas, simplemente percudidas. Habrá angelitos negros, eso no lo dudo, pero en las nubes de lluvia que se desbaratan con los aguaceros, Así en el cielo como en la tierra...

Habrá cúmulos, entre los cirros y estratos, en donde se alojan eternamente quienes en vida fueron profesionales asalariados y pequeños comerciantes, que levantan la vista hacia los cirros, ya no con envidia, porque estamos en el cielo, pero si con la ansiedad que produce la certeza de que ni en el paraíso podrán alcanzar la gloria.

Arriba, en lo más alto, amplios y mullidos cirros teñidos de colores crepusculares: rosado Miami, azul Santa Fé, lavanda Provence, dorado Vaticano y salmón finlandés. Ese es el cielo VIP, reservado para y por los jerarcas de la iglesia católica, que, en la tierra, vienen siendo como unos promotores de bienes raíces celestiales, que reparten parcelas a prominentes personajes de la sociedad de consumo para garantizarse un descanso eterno rodeados de vecinos importantes.

Y es que así debe ser el cielo que ellos promueven desde este valle de lágrimas. Si fuera un cielo justo, donde todas las nubes fueran iguales, donde no hubiera diferencias entre ángeles, arcángeles, santos, beatos y simples mortales, ¿querrían ir allá el Papa y todos estos jerarcas de la Conferencia Episcopal y otras sucursales del Vaticano?

Yo lo dudo mucho. Si es que, a lo largo de la historia, han defendido a sotana y espada las causas más injustas, han bendecido bombas que iban a ser lanzadas sobre niños hambrientos de paz, sostienen que las mujeres hemos sido malas desde el mismo momento de la creación, y que solo somos el producto defectuoso de la mezcla de una bola de barro y la costilla de un hombre, a quien le sobraba una costilla, pero le faltaba cerebro. Si promovieron la idea de que algunos hombres no tenían alma solo porque su piel lucía más oscura, si han tratado de quemar vivas a las ideas chamuscando en la hoguera a quien se atrevió a pensar, si se cuadran con los asesinos y atentan contra el pueblo, ese pueblo al que ellos llaman rebaño del señor, y del que se autoproclaman sus pastores para conducirlo al matadero.

Pues yo creo que ese cielo ha sido un infierno desde siempre. Hubo al principio un ángel que, según cuentan, era el ángel más hermoso de la creación. Lucifer se llamó el primero en rebelarse contra ese cielo y ese Dios, que creó, irresponsablemente, el mundo en una semana, tomándose incluso el ultimo día para echarse una siestecita.

Por andar tan apurado, aun teniendo toda la eternidad por delante, no pensó ese Dios en tomarse su tiempo y crear cada cosa con cuidado. De un plumazo inventó todo, absolutamente todo, y luego al hombre y a la malvada que lo acompañaría. Inventó cosas muy lindas pero frágiles como las flores, los bebes, que llegarían nueve meses después y la felicidad que en muchos casos no llega nunca, y cosas horrendas e indestructibles como las arañas, el libre albedrío y el ¨pagan justos por pecadores¨.

Imagino a Lucifer, sentado en ese cielo a la siniestra del creador y pensando que éste se había equivocado. Lucifer, creación amada, pensó que podía opinar al respecto y habló: Dios, creo que has puesto la cagada. -Una mirada, fulminante y omnipotente, no pudo detener al ángel rebelde. Mira tu esa vaina de inventar tantas maravillas y llamarlas tentaciones. Dime tu, creador de cosas, por qué inventar las zonas erógenas y orgasmos para luego catalogarlos como lujuria e imponer la castidad, para qué las manzanas dulces si no se deben probar, para qué hacer a tus hijos a tu imagen y semejanza si luego será considerado un acto de soberbia que quieran parecerse a ti...

Tenía Lucifer un millón de preguntas, todas sin respuestas, y no pretendía callar pero ese Dios, sentado en su escritorio dorado, buscaba con el dedo divino un botón que había creado para casos como este. Al encontrarlo lo oprimió y una compuerta, que había justo donde estaba de pie el ángel preguntón, se abrió de par en par y Lucifer cayó del cielo a tal velocidad que no tuvo tiempo de abrir sus alas. Se estrelló de tal manera que la tierra no pudo detener su caída, por lo que descendió hasta el infierno, un local recién creado por el creador para alojar a Lucifer y a todo aquel que, de ahora en adelante, le diera por pensar como él.

Sin pensarlo mucho, como siempre, había matado dos pájaros de un tiro el Señor. Se deshizo del ángel agitador y se inventó un culpable para todos sus errores de cálculo. Le endosó las tentaciones a Lucifer e inventó la pena máxima para quien sucumbiera a ellas: la vida eterna en el infierno.

Lucifer respiró aliviado al verse dueño y señor de un nuevo reino, aunque era un poco oscuro para su gusto, por lo que encendió varias antorchas para darle mas claridad. Lucifer era un ángel muy amplio de criterio, no veía pecados en el amor, ni en el gusto por probar frutos sabrosos, ni en las ganas de saber y alcanzar la inalcanzable perfección, por el contrario, inventó muchas maneras de ofender a Dios sin ofender a nadie mas que a Dios y a sus secuaces.

La mermelada de manzana fue todo un éxito, los hoteles de paso, el chocolate, los tambores de la costa, cualquier costa, cualquier tambor, el vino, el baile, los libros, la imprenta, los planes de alfabetización masivos, las revoluciones, las carcajadas, la libertad...

Yo confieso ante ese Dios, dudosamente todopoderoso, que he pecado mucho, y que lo seguiré haciendo mientras los pecados sean sabrosos y no hagan daño a nadie, mientras el cielo sea el lugar a donde van a parar las ratas de iglesia, las viejas de gris que, con una mano huesuda y ensortijada, te dan la paz en la misa de domingo y el lunes, a primera hora, envenenan al gato de tu hijita porque les molestan los maullidos, los curas que manosean monaguillos, los Obispos que callan, los que hablan para oprimir a los oprimidos, el Papa... -Son tan malos los Papas que hubo uno que destacó por su falta de maldad y se ganó el apodo del Papa Bueno. ¿Acaso no es que para llegar a ser Papa hay que ser bueno? He aquí otro misterio equiparable al de La Santísima Trinidad-. Los dictadores piadosos, los reyes católicos, el Cardenal Castillo Lara, que debe sentirse muy orgulloso de acompañar a tan selecto grupo, los miembros de la conferencia episcopal venezolana, los obispos que lloraron a Franco, los que besaron a Pinochet, los que convirtieron a Cristo en una vaya publicitaria y pretenden que nosotros carguemos la Cruz.

Es por eso que, desde hace mucho, pedí mi cupo en la quinta paila, porque si el cielo es para ellos, el infierno tiene que ser el paraíso.

viernes, 27 de julio de 2007

Consejo de Fabricas y Construcción Socialista

Deseo compartir con ustedes información que me suministro el camarada Carlos Lanz sobre los Consejos de Fábricas, texto interesante para asumir el debate y aporte para la construcción del Socialismo del Siglo XXI:

Saludos, Yosmary.

lunes, 23 de julio de 2007

Una de vaqueros.



Cuando yo era pequeña y vivía en un país democrático, veía cada domingo por la tarde unas pelis de vaqueros muy malas. Las veía junto a mis hermanos, que parecían no cansarse de los duelos al mediodía, de la cantina destrozada a puñetazos y de los indios malvados que atacaban a los buenos de la película: los vaqueros que destrozaban cantinas y se mataban en duelos cada mediodía.

Era extraño eso de los malvados porque se empeñaban en fumar la pipa de la paz, pero eran traicioneros eso indios, una vez fumada dicha pipa, rellena de quien sabe que hierba extraña, le quitaban el rubio cuero cabelludo a los amigables vaqueros.

Ademas de las pelis de vaqueros habían unas de guerra muy tristes en las que los malos mataban siempre a un chico bueno, proveniente de una granja de Oklahoma, y que era amigo del muchacho de la película, quien, ciego de dolor, vengaba la muerte de su compañero arrasando con un poblado entero. La música gloriosa que acompañaba su hazaña no dejaba lugar a dudas que el muchacho era el bueno y que nos salvaba a todos matando a los malos, que eran malos, evidentemente, porque hablaban con un acento raro y no se parecían a nuestro héroe.

Había muchos hombres malos en las pelis, yo tenía pesadillas con ellos. Los chinos eran terribles, nada mas pavoroso que esa mirada entrecerrada e inexpresiva de un chino comunista. Y eran muchos, estaban en todas partes, lo malo es que cocinaban muy bien el arroz y las lúmpias y, a menudo, me encontraba sentada en uno de sus restaurantes, llenos de feroces dragones y pecesitos dorados, aterrada y hambrienta a la vez, comiendo lo más rápido que podía antes de que les diera a esos chinos por hacer lo que solían hacer todo el tiempo: ser malos.

Pero nada peor que un ruso. Yo le tenía pavor a Brezhnev, con esas cejas peludas que no parecían humanas y que enmarcaban unos ojos -¡horror!- achinados.

Los rusos eran tan malos que tenían un monstruoso ejercito asesino, bombas nucleares, submarinos, y espías, muchos espías regados por todo el mundo. Yo, cada noche antes de dormir, me asomaba temblando debajo de mi cama, con la convicción de que esta vez si iba a encontrar a mi propio espía ruso acechando a mis muñecas.

Pero yo, gracias al cielo, vivía en un país muy tranquilo, no habían comunistas malos y todos éramos felices, como en el final de las películas, con música, crepúsculo y besos.
Un día sucedió algo increíble, repentinamente, los rusos de la pelis dejaron de ser malos y los indios se convirtieron en seres tan pacíficos que hasta danzaban con lobos. La historia mil veces contada ahora se contaba al revés.

El mundo, tal como lo conocía, se estaba derrumbando frente a mis ojos y yo estaba aterrada porque ya no sabía a quien temer. Uno tiene sus enemigos de toda la vida, uno ya sabe dónde no se esconden, uno está acostumbrado a su temor y hasta se siente seguro temiendo a eso que nunca pasa.

En medio de tanta confusión, tuve un momento de claridad casi místico: fue mientras veía una peli de terror, una horrorosa en la que al final, la pobre muchacha, después de haber sufrido el acoso telefónico mas espantoso, a punta de amenazas de muerte, que mas que amenazas eran juramentos, sentencias irrevocables, certezas con fecha lugar y hora. Después de que nos atragantamos con las cotufas en medio de un alarido colectivo. Después de que la aterrada adolescente cerró cada puerta y cada ventana de manera irreversible. Después que la pobrecita logró comunicarse con el detective que la iba a salvar. Después de que le pincharon el teléfono para localizar la llamada del malvado asesino. Después de que lloré de alivio, dice el detective con una voz desahuciada: señorita: localizamos la llamada, viene de su casa, el asesino esta dentro de su casa...

¡Coño! -Me dije muerta de miedo, el asesino está dentro. No se necesita mucho mas que eso para volverse paranoico, pero, si agregamos un intento de golpe de estado, un presidente tartamudeando un llamado para que salieramos a trabajar como si nada estuviera pasando, y los soldados, y la gente, y las colas en los mercados, y los saqueos de hace unos años, y el paquete de ‘’Paquetico’’, y no hay leche, y los huelepega, y los diputados gordos comiendo en el Lee Hamilton, y ‘’La Barragana’’, y los ministros que se fueron con la cabuya en la pata, y los que se quedaron porque el crimen si paga, y los ex niños hambrientos convertidos en delincuentes desalmados, no porque nacieran sin alma, sino porque se las robaron, y los niños que no crecieron para ser delincuentes porque murieron de diarrea, y la mamás que se quedaron sin lagrimas porque llorar no resuelve nada, y los restaurantes llenos de unos, y los bolsillos vacíos de otros, y el viejo que pedía limosnas en la Plaza Altamira, y en la iglesia, y en la esquina, y tanta mierda, tanta mierda... El asesino estaba dentro...

Y me acordé que había películas, no tan taquilleras, en las que los malos siempre ganaban, en las que al muchacho le machucaban los dedos, le metían la cara en la poceta, y por matarle, le mataban a su mujer, a sus hijos y hasta al perro, matando tanto al pobre buen muchacho, que, al final, no había diferencia si quedaba vivo o muerto, porque, viudo, huérfano de hijos y sin perro que le ladrara, la vida ya no podía llamarse vida . Y ganaban los malos...

Me di cuenta de que los buenos en las pelis ‘’malas’’ eran los malos de las pelis ''buenas'' y di cuenta de que yo era mala, de que soy una india salvaje de esas que danzan con lobos, y conocí a los ‘’malos buenos’’ que quedaron vivos cuando acabó la película en la que ganaron los ‘’buenos malos’’.

Y en esas estamos, en una película del lejano oeste, los indios malos tratando de defender lo que es nuestro y esos vaqueros buenos y guapos, destrozando cantinas por todos lados, arrebatándoles a los nativos todas sus pertenencias con la excusa de que de algo horrible los están salvando.

El guión se complica con unos pieles rojas transculturizados, dejan el plumero, y ahora llevan sombrero, blue jeans y botas puyudas. Juegan a que no se les nota el color que trajeron de fábrica, miran feo a sus primos y hermanos, mientras se arrastran junto al vaquero lindo, saboreando el polvo extranjero que lamen de las suelas de sus botas.

Es la eterna historia: Caras pálidas que quieren quitarnos la tierra, la dignidad y el petróleo, a cambio de ‘’democracia’’, ‘’progreso’’, y otros cachivaches brillantes y baratos. Gran jefe ‘’Cunaguaro Arrecho’’ dice que Patria, socialismo o muerte. Caras pálidas creen que son dueños de todo, y tienen mucho, es verdad, pero poco de lo que tienen les pertenece. Caras pálidas cree que somos tontos por no saber hablar su lengua, ellos hablan de monedas y nosotros hablamos de vida. Ellos no entienden vida, caras pálidas no entienden nada. Matan pero temen a la muerte. Indio tonto y malo vive y no teme morir defendiendo la vida.

Que vaina con el cine, cuántas cosas nos dice al derecho y al revés. Una vez alguien dijo que yo era una malvada y yo me sentí ofendida, peor aun, indignada ante esa tremenda injusticia. Entonces no podía imaginar que ser malo podía ser tan bueno.

viernes, 20 de julio de 2007

De un sueño que quita el sueño.

Dicen que todos tenemos un precio y yo me niego a creerlo. Claro, nunca me han ofrecido tanto como para que yo me vea en la situación de pensar en embarrarme las manos. Pero ¿se duerme bien con las manospegostosas y hedionditas? Yo soy tan dormilona...

Hace años, cuando vivíamos en mayami, vinieron unos amigos de visita y, entre las mil cosas que compraron, adquirieron un ticket del Lotto que se jugaba el sábado y que repartía setenta millones de dólares. Nuestros amigos se regresaban a Caracas un día antes del sorteo y, con esa pueril certeza de que esta vez si les tocaba, le dijeron aOscar que se quedara con el boleto y, si ganaban, compartían el premio miti y miti. Oscar no tardó ni medio segundo en responder: Si no sabes nunca mas de mi es que ganamos, y soltó una carcajada escalofriante que no solo me heló la espalda, sino que heló la sonrisa de su ‘’hermanazo del alma’’ que no sabia si romperle la cara, el boleto o el boleto en la cara.

No harías eso ¿verdad? -Preguntó tratando de conservar el sentido del humor nuestro futuro compadre.

Creo que si, es una posibilidad. -Añadió Oscar sin que le temblara el pulso.

Pero somos amigos, ¿serías capaz de cambiar a un amigo por setenta millones de dólares?

Mira Luis, -dijo mi gordo mientras mis ojos se salían de sus órbitas. Con setenta millones de dólares me compro amigos nuevos.

Yo estaba marcando el teléfono de un abogado para que me divorciara de ese salvaje, así que no pude despedir a mis amigos que se fueron sin boleto y deseando de todo corazón que no fuera ese elticket ganador. Ya no por salvar una amistad, sino para se jodiera el miserable ese...

En la noche, solos el muérgano y yo, tuvimos que hablar, del divorcio, por supuesto. Yo temblaba de solo imaginar cómo esa serpiente que tenía por marido, me iba a desplumar con la repartición de bienes. Solo teníamos un sofá, unatele y mis libros, pero ese miserable, a pesar de tener ni el más mínimo interés por la literatura, sería capaz de quitármelos para venderlos por siete centavos. También estaba Beto , el perro, pero esa la pelea la ganaría quien se librara de tener que cuidarlo por dos quince años que le restaban de vida a la dentadura peluda que nos había tocado por mascota.

Yo salté primero, ya que dicen que la mejor defensa es el ataque, y dije: ‘’¡la tele y el perro son míos!’’, pensando que si mostraba desinterés por lo que si me interesaba, ganaría esta dolorosa batalla que se me venía encima.

Claro que son tuyos. -Contestó mi marido haciéndose el perplejo, ¿o el pendejo?.

¿Cómo que míos? ¿Es que te vas a quedar con mis libros? ¡Desgraciado!... Claro, tu lo que quieres dejar para ti solito son los setenta millones. Eres una rata del alcantarilla, ya te veo dándotelas de generoso: ‘’ Si mi ex Carola, te regalo las cuatro cosas que construimos juntos y el perro, que es como el fruto de nuestro amor’’ - En este momento, ciertamente, yo parecía la madre deBeto, con los pelos parados, los dientes afuera mordiendo el aire furiosa, y sin una pizca de sentido del humor.

Me le lancé a la yugular y Beto me acompaño buscando la carótida del canalla, pero nos frenó en seco una lluvia de almohadazos. Al perro le salió, por metiche, pasar la noche en el balcón y a mi, pasarla en vela escuchando una explicación tan sincera que hasta hoy me hace pensar.
Yo me conozco, dijo, dentro del contexto en el que vivo. Yo soy honesto, fiel, trabajador y todas esas cosas que sabes que soy, porque no tengo nada. Pero si un día me cae en las manos un premio tan gordo, no se si sería el mismo, sería muy arrogante de mi parte afirmar que lo se. Fue tan honesta la explicación de mi gordo, que prohibí desde entonces los juegos de azar en mi casa.

Claro que vivíamos en Mayami y buscábamos el sueño americano y ese sueño consiste única y exclusivamente en forrarse de dinero. Entonces fui mas lejos hurgando el alma de mi marido y pregunté algo ya había respondido hacía mucho tiempo: Si el dinero es corrosivo, ¿serías capaz de hacer algo ilegal o deshonesto por tenerlo? Y mi gordo, tan lindo ysincerote me respondió con simpleza: ‘’ No es lo mismo que te caiga el dinero y te corrompa, a que te corrompas por tener dinero’’

No me divorcié. ¿Cómo dejar a un hombre que no teme decir la verdad, a pesar de que esta lo deje como una mierda? Luís tampoco se fue. Seguimos siendopelabolas, lo que ha permitido que ahora sean compadres del alma.

Y ¿para que cuento todo esto?, preguntará el paciente lector. En este punto exactamente no lo se, contestará la honesta escritora. Estoy solo tratando de desenmarañar las razones que pueden llevar a alguien a embarrase por dinero.

Nosotros tuvimos la suerte de vivir en el corazón mismo del capitalismo mas salvaje. Vivimos cinco años en el lugar donde todo lo que no tiene valor se compra y mientras menos valor tiene, mas caro es. Descubrimos lo inútil que puede ser unRolex si un reloj de siete dólares te da la misma hora. Descubrimos que un diamante sirve para preocuparte por no perderlo, que por muy caros que sean tus zapatos, si pisas una mierda de perro, se embarran igual, pero da mas rabia, porque la gamuza italiana se mancha horriblemente y no se puede lavar así no mas.
Descubrimos que nunca tienes suficiente, ganes lo que ganes, siempre hay mas que comprar. Que si tienes un Mercedes hay un Porsche, si tienes un Porsche, hay un Ferrari. Que los metros cuadrados son infinitos y que hay casas un poco mas allá, mas grandes, mas lujosas y tu las quieres y tu trabajas y trabajas y trabajas...

De domingo a domingo, sin desayunos en la mesa llena de niños, sin noches de sueño profundo y reparador, con hipertensión, con cuentas y cuentas, con caprichos que comprar para sustituir caricias que no se dan porque no hay tiempo, porque son gratis y no valen nada, no dicen nada, caprichos que maquillan culpas, abandonos, ausencias...

Nos iba del carajo en mayami, ganábamos un montón de dinero. El escultor con quien me casé se convirtió en un ‘’hombre de bien’’, dejando de un lado sus creaciones para hacer reproducciones depiecitas que se convirtieron en ‘’best sellers’’. Eramos motivo de envidia de los incrédulos que pensaron que Oscar sería siempre un muerto de hambre, y ser motivo de envidia, en este caso, es ser exitoso.

Mi gordo era un tipo exitoso, tenia de todo, carro, casota, piscina frente al lago, vecinos millonarios que jugaban para los Miami Dolphins, propuestas para reproducir sus ex-esculturas en un taller mexicano, por mexicanos explotados que harían todo el trabajo para que el lo firmara y lo cobrara, pero eso si, no pienses mucho, haz perritos y gaticos en poses graciosas, no te pongas creativo que eso no es lo que vende.

Una vena en la sien de mi gordo latía con la frustración reprimida que el éxito no le dejaba mostrar. Cuando venían los amigos, la vena cobraba vida propia y poseía a mi marido que solo podía despotricar de la mierda de vida, de los gringos pendejos, que no entendían, que no sabían que esos perritos que compraban por quinientos dólares eran una cagada. Pero todos le palmeaban la espalda y le decían: ¿de que te quejas? Mira la casa que tienes, mira ese carro, mira ese lago artificial que tienes en frente, esto si es vida.

Pues no lo era, éramos un par de infelices, dos sardinas nadando en un mar de tiburones voraces. Y nos gustaba ser sardinas, éramos felices y mas libres cuando no teníamos mucho y nadábamos en nuestraplayita tranquila. Nos fuimos de mayami y nos convertimos en fracasados. Ya nadie nos envidia, ahora nos dan la mano los amigos que se quedaron.

Claro que cada quien busca lo que quiere en la vida. Para la mayoría de la gente que conozco el dinero es un fin, no un medio. Ellos buscan el éxito con venas palpitantes en la sienes. Muchos mueren buscando y no saben que es mas o menos como el caldero lleno de oro al final delarcoiris. Por mucho que tengas siempre hay mas que tener y trabajan y trabajan y trabajan...


Trabajan y no alcanzan, se arrima un poquito la ética, solo un poquito, para que cuadre la cuenta, pero hay mas y no tienes, y se arrima otro poquito, solo un poquito, pero no llegas, y si no te conformas, se arrima un poquito más y sin tanto pudor, que no pasa nada, y si eres ambicioso, la arrimas y empujas a ver donde hay mas, y si pierdes la vergüenza vas, te cagas en aquellas ideas que alguna vez tuviste, y te embarras hasta el tuétano.

Se preguntará el lector, si aun está leyendo, Ahjáa, ¿y a dónde quiere llegar Carola?

Pues al cambio, les respondo y me respondo. Porque estamos en un proceso de transformación que requiere una revisión de nuestros valores. Si crecimos a punta de teteros capitalistas y ahora nos encontramos con que se comen otras cosas y de otra manera, habrá que revisarse y ver cuan revolucionarios somos y cuantos estamos dispuestos a no arrimar ni un poquito la ética para que nos cuadre una cuenta. Habrá que redescubrir que las cosas que mas valen, como dice la canción, ni se compran ni se venden.

Es que hay cosas que no me cuadran. No hay revolucionarios ‘’Lacoste’’, al menos eso pienso yo, a mi no me van a dar discursitos antiimperialistas batiéndome en la cara un relojote carísimo que da la hora en inglés, porque el discurso me lo creo, pero no creo en el orador. Porque irremediablemente las marcas de moda lo delatan y acaba, mi dudoso revolucionario, como el famoso monigote, que por mas que setongonée siempre se le ve el bojote.

¡Dulces sueños!...

lunes, 16 de julio de 2007

Con una mano en el corazón, y la otra en el pizarrón.

Hoy compré una caja de tiza, cinco docenas por caja, es decir, cuarenta y siete tizas. Tantas tizas como necesitaba para escribir nuestros anhelos para con nuestros pequeños y el tipo de educación que las madres que si queremos a nuestro país exigimos, oigase bien, e-xi-gi-mos para todos los niños y jóvenes venezolanos.

Llegué tempranito por la mañana, con aroma de café y arepitas, como dice William Echevarría, no había casi nadie, pero no vengan a pensar que era porque no somos mayoría, es que es domingo y hay que ir a misa, o dormir un poco mas de la cuenta, porque nosotros si trabajamos, no como los típicos venezolanos, que no saben sino beber caña y, bueno, esas cosas que no voy a nombrar porque acabo de confesarme y esta tarde debo comulgar.

Llegué, como dije, temprano, con el alma limpia y el corazón acelerado. ¡Que responsabilidad, Dios mío! Dibujar el futuro de nuestro futuro en un pizarrón de mentira, pero que parece de verdad. Pero una madre no se detiene ante la tiranía, así que mis manos sedosas acariciaron la áspera tiza, con rabia, con decisión, con un poco de crema de manos Neutrógena para evitar la resequedad y escribí, escribí como poseída...

Tanto que expresar en un país sin libertad de expresión, tanto que decir y tan poco pizarrón.
Para comenzar debo sacarme del alma este grito que tenemos dentro todos y cada uno de los venezolanos: ¡Muera Chávez! Ay, que bien se siente, lástima que ya uno no pueda expresarse...
Bueno, retomo. Siguiendo los dictados de mi conciencia patriótica me lancé sobre la pizarra y exigí:

Queremos una educación libre, es decir, libre de ideas raras, como esa del comunismo. Cuando yo estudié, las monjas jamás nos hablaron de esas vulgaridades. Recuerdo cómo aprendimos verdaderos valores con la oración diaria, con los sermones y sobre todo con la penitencia. Así se forma el carácter, nada como el temor a Dios para andar derechito.

Queremos una educación bilingüe, religiosa y cara. El que no tenga dinero que vaya a ver si trabaja. Eso si, queremos que las universidades públicas acojan a nuestros hijos y no a esos analfabetas de los colegios del estado.

Exigimos la inmediata sustitución de las Escuelas Bolivarianas por Colegios Ratzingerianos.
También instamos al gobierno a que se aboque a la remoción inmediata de cualquier imagen de Bolívar en nuestros centros de aprendizaje y la prohibición de la enseñanza de su caduco pensamiento en todos los niveles.

Queremos una educación en la cual predomine la igualdad, iguales con iguales, nada de andar mezclando a nuestros muchachos con gentuza de toda calaña, que lo único que hacen es afear los sagrados recintos de enseñanza con su escasa cultura, sus antivalores, y su inexistentes modales.

Necesitamos una educación coherente con el orden internacional, si el mundo civilizado es capitalista, si nuestros hijos no salen de un centro comercial, para que perder tiempo con materias de relleno y pasadas de moda, como la historia, la literatura y esas tonterías que, al fin de cuentas, solo sirven para perder el tiempo. Seamos honestos de una buena vez: Desde que tenemos televisión por cable, ¿quién se va a sentar a leer un libro? Por favor...

Otra cosa muy importante: rechazamos la injerencia del estado en nuestros bolsillos y cuantiosas cuantas bancarias. Yo pago lo que me da la gana por la matricula que me de la gana en el colegio que me da la gana porque me da la gana. Y porque me sobra, y si no me sobra lo pago igual, y ¿que quieren? ¿que admita que soy la pelagatos del grupo? ¡Primero muerta!

Queremos, y esto se me ocurrió a mi solita, un Ministerio de Educación Privada que no dependa del estado. Dicho ministerio debe ser dirigido por nuestros líderes de Fedecámaras y la Conferencia Episcopal. Allá los chavistas con ese ministerio popular de no se qué y no se que más, como se llame, de educación. Que nuestro ministerio esté ubicado en Las Mercedes, que cuente con los servicios que necesitamos los usuarios tales como: valet parking, y estacionamiento VIP, mini tiendas donde se puedan adquirir libros de texto importados de USA, sacapuntas de Hello Kitty, y títulos de bachiller, una oficina del U.S Departament of Education, un Mc Donald’s para los niños y un spa con piscina de lodo volcánico y salad bar para las madres estresadas que necesitan un break.

Bueno, tengo mucho más que decir, pero la tiza reseca mis manos sin ninguna clemencia. Pero quedo pendiente para mañana porque tengo una propuesta curricular que incluye materias como pasarela, etiqueta y nouvelle cuisine entre otras.

Bye!!!

miércoles, 11 de julio de 2007

Un inquilino afrodescendiente en la Casa Blanca?


Se atrevería el Washington Post - o mejor aun el, New York Times o el Wall Street Journal - a titular su editorial así?: "Un negro en la Casa Blanca!"

Eso, haciendo un ejercicio mental del tipo Hermes "El Iluminado". Y si ocurrieran dos cosas impresionantes: que el Senador Demócrata Barak Obama obtuviera el abanderamiento presidencial por parte de la mayoría de su partido en las primarias democratas, y que luego venciera en las elecciones presidenciales estadounidenses de segundo grado (que pena con el vecino del norte: la democracia venezolana es directa, participativa y protagonica) de Noviembre de 2008.

Igualmente para que eso ocurriera, Barak tendría que enfrentarse, entre otros rivales, a una oponente de altos kilates y peso pesado de la política estadounidense como Hillary Clinton - Senadora por el Estado de New York - en las primarias demócratas.

Barack Obama es el unico Senador negro de los EE.UU. de America, el quinto en la historia del Senado Federal de Washington. Fue elegido por primera vez el 2 de Noviembre de 2005, pero es desde entonces la nueva "star" del Partido Democrata, un revulsivo en la opinión pública. En Julio de 2006 John Kerry le permitió el honor de dirigir el discurso mas importante de la Convencion de Boston. Y Obama no desaprovechó ni dejó escapar la ocasion. Desde entonces no ha dejado de aparecer en los titulares y en las páginas principales de los grandes periódicos.

"Estoy tan sobre-expuesto a los medios que me arriesgo a hacer pasar a Paris Hilton por una reclusa", ha bromeado Obama.

Newsweek lo eligió en el 2005 como la persona mas vista del año, y nada ha cambiado en los dos siguientes años. Es un orador que sabe cuando ser osado y cuando ser conservador. Hijo de un keniano y de una americana blanca de Kansas, el senador de Illinois es la encarnación del sueño americano, una especie de versión políticamente correcta y de izquierda de Arnold Schwarzenegger. Otros lo han paragonado a un Kennedy de color, porque - como los dos hermanos Kennedy - parece ofrecer esperanza y devolver la unidad perdida del país. Apenas electo Senador, Obama fue invitado a almorzar por el mismo George W. Bush. "Me he divertido mucho", le dijo Obama a un incredulo David Letterman, cuando el presentador del popular Late Show lo interrogo al respecto.
De él se habla ya desde una perpectiva presidencial, no obstante sus 45 años de edad y su poca experiencia política. Pero Obama Barak sabe como moverse en el terreno minado. Busca por todos los medios de no caer en la trampa del antagonismo de izquierda. Asi, en TV nacional, ha elogiado a George W. Bush por haber creado "uno de los mejores equipos politicos nunca vistos en America" (cosa por supuesto facil de rebatir), y a su vez ha denunciado la división de la sociedad estadounidense, tratando de unir al pais: "hay patriotas que se oponen a la guerra y patriotas que la sostienen. Pero somos un único pueblo, todos orgullosamente dévotos de las estrellas, y prontos a defender a los Estados Unidos de América", ha dicho en su discurso de Boston.

Si Hillary, la otrora atormentada y humillada esposa del ex-presidente Clinton, podría convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos, Obama Barak está mas que preparado para ser el primer afrodescendiente inquilino de la Casa Blanca.

El 2008 estará en los ojos ávidos y críticos de todo el planeta. Dentro de poco mas de un año podría suceder. Así de fácil. Aunque John Edwards, Hillary Rhodman Clinton, Joe Biden, Christofer Dodd, Mike Gravel y Dennis Kucinich tratarán de impedirlo, en las primarias democratas.
Personalmente creo que gane quien gane, quien sea electo presidente de los Estados Unidos de América, de entre todos esos ilustres presidenciables, nada con respecto al mundo - y menos en lo que a Venezuela se refiere - va a cambiar. Pero como se dice folclóricamente por ahí: "es bueno conocer al enemigo, para estar prevenidos".

viernes, 6 de julio de 2007

Las palabras sin contenido son solo ruidos.

El ruido molesta, incomoda, e irrita. El ruido me fastidia tanto que me he visto en la obligación de entrenar mis oídos a no oír. Aprender a no escuchar no es una tarea fácil, de los cinco sentidos el oído es el mas expuesto al abuso, no trajeron párpados nuestras orejas, he ahí un error grave de la evolución.

Es fácil cerrar los ojos, bajas los párpados superiores y ya dejas de ver, es fácil dejar de sentir frío con una bufanda, un gorro y un abrigo, para no saborear la mierda solo debes evitar llevártela a la boca, la nariz está un poco desguarnecida pero siempre se puede aguantar la respiración.

Pero los oídos, pobrecitos, no pueden dejar de cumplir su función. Son unos trabajadores incansables que no duermen, y por ser tan eficientes, a veces, no nos permiten dormir.
Hace muchos años me tocó vivir, como La Cenicienta, con una madrastra mala y dos hermanastras peores. Mi madrastra tenía un problema espantoso: cuando de enojaba, y eso le sucedía cuarenta y seis veces al día, empezaba a dar un discurso doliente, para quien la tuviera que oír, monótono y repetitivo. No había escapatoria porque ella tenia dos piernas y, si era necesario, dos garras al final de sus brazos.

Como yo no era su hija, como mi papá me quería, como yo era feliz, me convirtió en el blanco favorito de sus ataques de cólera. Yo, que crecí en un ambiente armonioso, me sentía agobiadísima con sus peroratas infinitas. Ella era capaz de pasar de una rabieta a la otra sin necesidad de tomar aire.

Me despertaba con sus zumbidos de avispa gigante, desayunaba como podía y a veces lograba zafarme para ir a la universidad. Regresaba a su avispero para ser atenazada de nuevo y así almorzaba, estudiaba, me bañaba, hasta que ella se dormía y seguía quejándose entre sueños para que yo no pudiera soñar.

Una mañana me asusté mucho porque me di cuenta de que alguna de las dos había muerto. Yo me desperté descansada y muy tarde, escuché a los pajaritos, los pasos de mi papá en la escalera e incluso mi propio bostezo, escuche tanto como podía buscando un ruido con el que no me acostumbraba a vivir pero con el cual estaba estableciendo una extraña relación de dependencia: escucho el zumbido venenoso y luego existo.

Bajé a la cocina acompañada por los chillidos de mi hermanastra que, desde su cuarto, gritaba furiosa porque no cabía dentro de mi pantalón. La aspiradora estaba encendida, el portón de la entrada rechinaba, la licuadora despedazaba una lechoza y mi madrastra no se oía.
Se murió, eso es, no puede haber otra explicación. Entré a la cocina y me puse helada al verla allí de pié, esperándome como cada mañana, con sus ojos puyudos y estirados odiándome, batiendo sus garras con uñas acrílicas, moviendo sus labios rellenos de colágeno, igual que cada mañana pero sin emitir sonido alguno.

Me morí, eso es, la muerta soy yo, por eso los pajaritos y los ruidos caseros de mi infancia, estaba muerta y vagando por la casa esperando a mi papá para decirle adiós antes de ir a donde me tocaba. La muerte no era mala, era un verdadero alivio. Podía seguir oliendo el café de la mañana, podía ver a todo el mundo, podía incluso hacer pipí, era como estar viva pero sin zumbidos.

Las garras manicureadas me alcanzaron y me zarandearon desesperadas, mientras la boca hinchada de la bruja se retorcía con muecas tan feas que merecían otra cirugía. Las arrugas de su cuello se movían solo para formar otras arrugas más profundas. La cara, frisada con una gruesa capa de maquillaje, se le notaba colorada y su boca se hacía mas grande y amenazadora, y yo, muerta de la risa por estar muerta y libre de aquel ruido que me persiguió por no se cuantas semanas.

Escuché la voz de mi papá detrás de mi, me zafé de la bruja y lo abracé riendo y le dije: Chao papi, me tengo que ir, pero no te preocupes que estoy contenta. Me miró extrañado mi pobre papá y me dijo que no me preocupara que el arreglaría todo, a lo que yo conteste que no se enredara mucho con los detalles, que yo siempre he sido muy sencilla y no valía la pena gastar ese dineral en un funeral.

Mi papá se espantó, pensó que la bruja me había hecho perder la razón y me arrancó de esa casa jurándome que yo estaba viva, que si no la escuchaba debía ser porque recuperé la sordera selectiva que tan útil me había sido cuando era una niña, y, en lugar se comprarme un funeral, me compró un desayuno y una mudanza para dos. Nosotros dos.

La sordera selectiva es una destreza maravillosa que los niños dominan a la perfección hasta que son domesticados a punta de lecciones de buenos modales y uno que otro jalón de oreja, esto último parece dañar la compuerta que evita que las palabras fastidiosas lleguen hasta sus pequeños tímpanos.

Mi mamá era muy buena y pensaba que los pellizcos, bofetones y jalones de oreja atentaban contra la dignidad de los niños, por lo que mi compuerta auricular permaneció intacta, solo que cayó en desuso gracias a mi buena educación. Bastó un poco de abuso para que yo sufriera una regresión milagrosa y muy oportuna.

Desde entonces usé este don hasta que me convertí en mamá y decidí dejar la compuertas siempre abiertas por si acaso. Ahora escucho todo y de todo. He descubierto el vacío de las palabras, he oído a quienes hablan sin pensar por un momento siquiera el ridículo que están haciendo, los he escuchado decir, sin el más mínimo pudor, las cosas mas absurdas con palabras rebuscadas que no significan nada, adoptan frases que salieron de otras bocas brutas y las repiten como loros. Niegan el sentido del don del habla al mover la boca, emitir sonidos y no decir nada.

Hay palabras que suenan como patadas que no llegan a su blanco, palabras de odio que se devuelven contra quien las pronuncia. Hay insultos tan tontos, como el que me dijo un opositor furibundo que, dejando a un lado su hombría, pretendió ofenderme llamándome fea, ¿qué se le responde a eso? ¿mira mirita cara de papita?

Como todos tenemos boca, todos hablamos, y eso estaría muy bien si al hablar procuráramos hilar ideas con las palabras que pronunciamos. Pero nos vemos obligados a escuchar a personas que no tienen nada que decir y que, de paso, te exigen que debatas con ellos.
Fiel al espíritu democrático accedo a sus peticiones, expreso mis ideas y ellos solo pueden decirme fea, y, como si eso fuera tan fácil, tratan de insultarme llamándome acomplejada, resentida, bruta. No saben que solo la verdad ofende. A eso ellos le llaman debate, a eso le llaman libertad de expresión.

Mis oídos escuchan frases hechas que niegan al prójimo y a todas sus luchas, oigo con decepción a quienes se dicen ser ‘’los educados’’ hacer ruidos grotescos con la boca. Ni una sola idea, ni una sola propuesta, ni una sola palabra que tenga contenido.
Pero me empeño en escuchar, a ver si algún día comprendo que es lo quieren decir cuando emiten esos ruidos, si es que en el fondo tienen otro significado mas allá del odio y el vacío que transmiten.

Y, como soy optimista, espero un día escuchar al menos una palabra que tenga sentido de una de esas bocas que, por ahora, solo sirven para bostezar, comer y negarse la oportunidad ser una boca humana que, si se conectara con su cerebro, podría dejar de hacer ruido y comenzar a hablar con coherencia. Solo entonces podremos dialogar.

Mientras tanto solo les puedo decir que el que lo dice lo es con la pata al revés...

domingo, 1 de julio de 2007

Hamlet en la cuerda floja



Vivir es como caminar en una cuerda floja que, para colmo, es sinuosa. A veces nos encontramos enfrentados a nuestras convicciones,con que somos buenos hasta que tenemos que ser malos, que somos justos hasta que dejamos de serlo, que somos valientes hasta que nos morimos de miedo.


Hace un tiempo leí de un amigo unas palabras que no puedo olvidar: ‘’Lo malo de los malvados es que nos hacer ser malvados.’’ Y es muy cierto, yo lo llamo el síndrome del nuevo. Cuando entramos a la universidad nos rayaron la cara y la ropa, a mi me escribieron con saña y tinta indeleble la palabra ‘’NUEVA’’ en la frente. Mi propio primo me esperaba con un montón de ex nuevos para rayarme, empujarme y aplastarme una torta en la cara, lo bueno es que la torta estaba sabrosa, lo malo es que también me querían cortar el pelo. Lo que era una broma tonta de iniciación terminó convirtiéndose en una empujadera con insultos, manotazos y una tijera ciega surcando el aire muy cerca de mi cara.

Repartí trompadas cual pugilista peso welter y gané la pelea y varios enemigos. Mi primo, asombrado, me llevó al cafetín y me compró un refresco. Me contó como había esperado todo el año por este día y cómo yo se lo había arruinado. El se sintió tan espantado cuando una horda de estudiantes le trasquilaron el pelo en su primer día de clases el año anterior, que para cerrar ese episodio pensó que debía hacer lo mismo con los ‘’nuevos’’ nuevos.

Hoy veo con asombro como algunos de mis compatriotas revolucionarios pretenden que nos comportemos como lo hacen los disociados y sus titiriteros. Si sus periodistas son sesgados , los nuestros deben serlo, si ellos son intolerantes, nosotros también, si ellos son excluyentes, pues nosotros debemos excluirlos.

Para estos superrevolucionarios quien no actúa como ellos suponen que debe hacerse, es un traidor o cuando menos un blandengue. Van por el mundo con su dedo despiadado y sabihondo apuntando a propios y extraños. El asunto, al parecer, es señalar, encontrar defectos donde no los hay, distrayendo la atención de lo que es realmente importante. Son contralores absurdos que marean y difuminan la realidad favoreciendo con sus criticas huecas justamente a quienes deben combatir.

Es fácil caer en ese juego si no se sabe por qué se lucha. La revolución no es una moda, es un modo de vida. Si no tenemos convicciones claras y sólidas por cualquier cosa nos tambaleamos.

Luego hay otra clase de compatriotas que están en el mismo bando pero sufren de intolerancia a la crítica constructiva. Este es otro tipo de paranoia revolucionaria. Son como las madres ciegas cuyos hijos son perfectos y achacan todos sus males a la malas juntas de sus retoñitos. El no fumaba hasta que Carlos le invito un cigarro, el no bebe, son sus amigos que lo incitan, el era estudioso hasta que se enamoró de esa bichita. Recuerdo a una mujer que le reclamaba sollozante a su nuera la calvicie de su hijo. ‘’El tenia pelos cuando te conoció y míralo ahora, pelón como un mamón chupao’’ Claro habían pasado catorce años, todos en su familia eran calvos y de paso barrigones. En todo caso quien podía reclamar era la enamorada engañada, ella se empató con un papachongo y este acabó pareciéndose a Lusinchi.

Y están los que ven, viven y se equivocan y rectifican, los que tratan de mantener el equilibrio de acuerdo a sus ideas, los que no quieren que los malos les contagien su maldad, los que son simplemente humanos. Los que caminan por esa sinuosa cuerda floja procurando no caer en el vacío del concurso del ‘’Revolucionario de Oro’’.

No estamos en un concurso, si algo nos estamos jugando es el futuro y, a la hora de la chiquita, nos estaremos jugando la vida. No quisiera que llegara el momento de jugárnosla en serio, espero con optimismo ingenuo vivir una ‘’revolución bonita’’. Pero si llegara ese día ya veremos a donde apuntarán los dedos o quizá veremos incluso donde se los van a meter.

Mientras tanto sigo en mi cuerda floja y sinuosa y, como Hamlet, voy preguntándome cada día: ¿Ser o no ser? y opto por no ser como ellos, por no dejarme contagiar con la locura, la intolerancia, la ceguera, y y sigo siendo como he sido: camino despacio y con los ojos abiertos y trato de mantener la cabezota despejada, si me equivoco, corrijo mis pasos, porque, si me caigo, se que abajo no hay redes protectoras. Antes pensaba que la trinchera tenía dos lados, ahora miro nerviosa como de mi lado también nos están apuntando... con los dedos.