jueves, 21 de diciembre de 2006

La Reforma necesaria

Por: Bruno

Desde el día después de la victoria popular del 3D, o sea desde el 4 de Diciembre, no creo que haya pasado un sólo día sin que se haya hablado de la Reforma, inminente, necesaria, del texto constitucional, para adecuar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela a los nuevos tiempos que habrán de venir con la implementación de ese Socialismo del Siglo XXI que seguramente surgirá a partir de un gran acuerdo nacional, motorizado por el Presidente Chávez, que - bañado de pueblo con ese enorme caudal de más de siete millones de votos - lo propuso para la consideración de todos los venezolanos.

En la Constitución del '99 (la actual, "la bicha") se levantaron las bases para la refundación del país y sus instituciones, prostituidas por el poder económico, político y el liberalismo económico de la alternabilidad adeco-copeyana de la IV República. Se discutió, se escribió y de hecho se aprobó una Constitución humanista, con un novísimo espíritu de solidaridad, allanándose el camino para pasar de una democracia representativa, que no representaba a nadie, a una democracia participativa y protagónica.

De la lectura de las últimas elecciones presidenciales, se nos antoja que aunque contamos con la mayoría, no es tiempo de imposiciones por la fuerza, es tiempo de examinar qué rumbo queremos para el país, y si realmente queremos salir del tercermundismo, necesariamente tenemos que acompañar ese deseo con un nuevo cuerpo de leyes que discipline, que sanee la hacienda pública, que le imprima una sobremarcha a lo social, que amplíe la capacidad del Estado para aumentar los beneficios sociales del colectivo venezolano.

No basta con aplaudir la iniciativa presidencial. Un saludo a la bandera. Música para mis oídos. Y no basta, porque si se discute con ahínco filosófica e ideologicamente que hay que impulsar un nuevo enfoque "a la venezolana" del socialismo, se discuten las cosas y se analizan las cuestiones, para después archivar todo en el olvido y, a mediados del siguiente año, recomenzar las cosas desde un principio, se corre el riesgo de no estar a la altura de los tiempos que corren.

Los cuernos del dilema son dos: ¿quién se preocupa por incorporar las iniciativas nacidas del seno de las organizaciones y movimientos populares en la reforma necesaria? y ¿quienes asumirán la tarea de nuclear los esfuerzos conducentes a migrar al texto constitucional las conclusiones de lo que debe ser un gran acuerdo nacional para la reforma necesaria?

Para obtener un resultado más que satisfactorio, asambleístas duchos en la materia constitucional, académicos, actores políticos, colectivos organizados, movimientos sociales, redes populares, deben recorrer el país para dar a conocer qué se busca y qué se quiere obtener con la reforma, qué significa, qué objetivos se buscan, qué alcances tendrá, qué merito tiene, ¿será viable? etc, etc.

Hay que decirle a todas las audiencias que el socialismo es lo opuesto al capitalismo salvaje, al liberalismo económico, que el liberalismo prela los logros individuales por sobre el colectivo, que el neoliberalismo sobrevaloriza el mercado sobre el asistencialismo del Estado, que mientras anteponen lo económico a lo humano, el socialismo se puede reinventar, reingeniar, adaptar a los tiempos.

Justo, quizá no soy la persona más objetiva, quizá soy una persona de criterios malditamente subjetivos, quizá según la optica más grotesca y rocambolesca de la disociación psicótica de la militancia oposicionista que me adversa, yo no sirvo para nada... pero tengan la seguridad que creo firmemente necesaria más la reforma que la invocación de una nueva Constituyente.

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